UN FINAL FORZADO

Recordamos el 4 a 2 en 1 y 57 del año 2003, el 20 de abril. Video.

Corría una tarde soleada del año 2003, un 20 de abril que quedó en la memoria de toda la ciudad. El Lobo transformó lo que parecía una caída en un éxito por goleada, resignación del rival y en un clásico de leyenda.

El pueblo de Gimnasia, esa delirante multitud que desbordó los tablones visitantes de 57 y 1, se merecía una alegría semejante. Por su fidelidad de siempre y por ese feroz aliento en el entretiempo cuando el equipo perdía el partido más valioso. Sus jugadores captaron el mensaje e hicieron 3 goles en el segundo tiempo, para luego entregarse a una fiesta compartida con la hinchada Tripera.

En el primer tiempo el Lobo era dominado por la confusión, aunque Guillermo Sanguinetti lograba el empate parcial, el equipo rival se llevó un 2 a 1 a favor al descanso del entretiempo. ¨ Creo que siempre es mejor un vestuario con jugadores a los que les corre sangre por las venas a uno pasivo que no sepa dar vuelta un resultado ¨, expresó Marcelo Goux como explicación de lo que se vivió en esos 15 minutos de vestuario.

Y Gimnasia, el renovado Gimnasia, tanto en el aspecto anímico como en el futbolístico, acertó de entrada con un golazo de Claudio Enría y puso el 2 a 2. El nuevo grito de gol de Sanguinetti en el tercero del Lobo, empezaba a definir la historia de este clásico inolvidable. El Topo terminó siendo la figura del partido, puso toda su experiencia y jerarquía y fue clave en el desarrollo del encuentro marcando dos goles.

Las gargantas Triperas, muchas de ellas disfónicas, hicieron vibrar las paredes de la histórica Escuela Industrial. El Pampa Sosa le dio el último empujón al cuadro local, a su entrenador y a sus simpatizantes. Marcó el cuarto y definitivo gol de cabeza en el arco de 55.

La lluvia de proyectiles y los partidarios locales trepados a los alambrados forzaron al árbitro Madorrán para que tomara la decisión de terminar el encuentro, cuando aún faltaban 5 minutos -más el descuento- por jugarse. Se vislumbraba una goleada aún más abultada.

La enorme levantada Tripera dejó un perfume heroico. Fue genuina, valiosa e inolvidable.